
Todos conocemos a alguien que dijo “a mí no me gusta la cerveza”… hasta que un día probó una diferente y cambió de opinión. Y es que, aunque no lo parezca, el amor por la cerveza muchas veces no nace: se construye.
En Cervecería 18 lo hemos visto muchas veces en festivales, catas y reuniones: alguien se acerca con cara de “no soy muy fan” y termina diciendo “¿cómo no había probado esto antes?”. Y eso tiene su explicación.
El paladar se educa (como todo en la vida).
Cuando éramos niños, probablemente no nos gustaban cosas como el café, el chocolate amargo o el mole con mucho chile. Pero con el tiempo, aprendimos a disfrutarlos porque nuestro paladar fue reconociendo y apreciando sabores más complejos.
Con la cerveza pasa lo mismo. Especialmente
con la cerveza artesanal, que tiene más matices, más cuerpo y más carácter que las
industriales.
¿Por qué a muchos no les gusta “al principio”?
Porque la mayoría de nosotros empezamos con cervezas muy ligeras, casi sin amargor, y luego probamos una IPA o una Stout y… ¡pum! El paladar se confunde. Es un salto de sabores que puede ser abrumador si no sabes lo que estás tomando.
Pero no es que no te guste. Es que quizá no era el momento… o el estilo correcto para ti.
El truco está en explorar.
Lo bonito de la cerveza artesanal es que hay un estilo para cada gusto. Si no te gustó la primera, prueba otra. Aquí van algunos tips para “entrenar” el gusto sin sufrir en el intento:
- Empieza con estilos suaves y balanceados, como una Blonde Ale, una Vienna Lager o una Hefeweizen. Nuestra 🟡 Gose con mezcal, naranja, romero y sal de gusano siempre nos ha resultado exitosa para acompañar a los que inician en este camino.
- Acompáñala con comida. Maridar ayuda a suavizar sabores y encontrar armonías que sorprenden.
- Hazlo social. Tomar chela en buena compañía relaja, abre la mente y el paladar.
- Dale tiempo. Así como no te enamoras a la primera, con la cerveza también puede tomar unos intentos.
¿Y si ya la amas?
Entonces sabes que el gusto no es solo adquirido… es cultivado, compartido y celebrado. Cada trago te cuenta una historia distinta y te invita a descubrir algo nuevo.
En Cervecería 18 hacemos chelas para todos los niveles de amor cervecero: desde el primer flechazo hasta la pasión intensa por el lúpulo. Y lo mejor es que aquí nadie juzga tu punto del camino.
Conclusión: sí, el gusto se adquiere. Pero vale cada trago del viaje.
Así que si todavía no te enamoras de la cerveza, no te rindas tan rápido. Hay una por ahí esperándote. Y si ya la amas… bueno, sabes que este amor solo crece.
¡Salud, y que siga la exploración!